Grégoire iba a matarse pero su vida cambió y ahora la dedica a las personas con enfermedades mentales

«El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los de corazón quebrantado, a anunciar la libertad a los cautivos, vista a los ciegos, liberar a los oprimidos». Jesús, en su sinagoga de Nazaret, anunció que esas palabras se cumplían en Él. Y también se cumplen en Grégoire Ahongbonon, un hombre sencillo de familia campesina de Benín, que trabajaba en Costa de Marfil como reparador de neumáticos, y se vio movido por Dios a trabajar con los discapacitados mentales.